El 1% del 0,00000X%

AUNQUE sea de uso común para explicar lo que no tiene explicación, el argumento de la mala suerte aplicado a la salud humana, me parece sorprendente. Y si se trata del Rey Juan Carlos I, abracadabrante. De seguir la liosa prosopopeya exhibida el viernes por médicos y edecanes de la Casa Real, el Monarca ha tenido la mala suerte de que se le haya infectado una prótesis de cadera, algo que, según un médico español traído de Estados Unidos sólo sucede en el 1% o el 2% de los casos. Vaya por delante, con todos los respetos al señor Cabanela, que no hay nada en la Clínica Mayo que no puede operarse aquí, como prueba que en España vaya a operarse la Real Prótesis. Y estoy seguro de que hay cirujanos de nivel similar al de Mike Cabanela en Madrid o Barcelona, que es donde la mala suerte de Su Majestad le ha hecho operarse ya una docena de veces. Si, como parece, hay que salvar la cara del doctor Villamor, dejémonos de catetadas y admitamos que es el galeno, no el enfermo, el que sigue teniendo muy mala suerte. No es la primera vez que hay que reoperar lo operado por el doctor.

Pero como oficiosidad y superstición coinciden en cifrar la mala pata del Rey en ese 1%, hagamos números. La posibilidad de reinar en España la tiene –y no siempre– la cuadragesimoquintomillonésima parte de la población. De cuarenta y cinco millones de españoles sólo uno puede ceñir la corona que, según sabia tradición, no se ciñe desde el siglo XV, para evitar dolores de cabeza. Si limitamos esa única opción a una sola y peculiar familia, las posibilidades de mala pata oscilan entre lo estrambótico y lo infinitesimal. ¿El 1% del 0,0000000X %? Algo así.

Todo cambia limitándonos a los números de médico y enfermo. Si Villamor opera trescientas caderas al año y reopera hasta un 4% no llegan a la docena los recauchutados. ¿Y cuántos de ellos llevan diez operaciones por traumatismo severo? ¿Dos, uno? Si suponer no es ofender, lo peligroso es la frecuencia con que médico y enfermo se citan en el quirófano: ¡cinco, seis operaciones de cadera en dos años! ¿Mal médico? Dicen que no. ¿Paciente impaciente? Seguro que sí. Pero si todo van a explicárnoslo por la mala suerte, al equipo médico-diplomático deberían añadirle otro matemático-astrológico. Lástima que se nos quedara en el camino el pulpo Pol.